Elecciones 2011 y la Necesidad de Transformar el Crecimiento en Desarrollo

En octubre de este año se elegirá un nuevo gobierno. O se confirmará al actual.

Es un período de desarrollo inclusivo el que atraviesa gran parte de la región sudamericana. Dilma Rousseff continúa con seriedad los trazos gruesos de crecimiento e inclusión que iniciara Fernando Enrique Cardozo, a los que Lula Da Silva les diera continuidad y aún mayor fuerza. A la par, el tándem Tabaré Vásquez, José Mujica y Danilo Astori, a pesar de las diferencias de orígenes y pensamiento de sus integrantes , ha iniciado hace tiempo el proceso del neodesarrollismo uruguayo, marcado por la preocupación en la cuestión social, la educación, la promoción del desarrollo económico y el respeto institucional.

Son, por lo tanto, buenos tiempos para los desarrollistas sudamericanos, a pesar de algunos tropiezos notorios. El desgaste de la Concertación chilena es uno de ellos. El exceso venezolano, otro. Aún así, está claro que la revalorización de las democracias en el continente es –al menos en lo inmediato- irreversible, y los nuevos términos del intercambio favorecen aquello que Francois Perroux describió alguna vez como los tres niveles del desarrollo, en la concepción de una nueva dinámica económica.

La Argentina no va por el mismo camino que sus vecinos. La oportunidad la tiene, muy intensamente desde comienzos del siglo, pero pareciera que, acompañando una costumbre de nuestra historia circular, se esfuerza en perderla. La asunción de Néstor Kirchner alentó esperanzas de cambio. En especial porque el sector externo, que por lo común termina convirtiéndose en el sarcófago de nuestras ilusiones, durante su mandato se transformó en un formidable aliado para el despliegue de todas nuestras potencialidades. Kirchner, como presidente, en la Cumbre de las Américas (Monterrey, febrero de 2004) afirmó con énfasis que el mundo necesitaba un nuevo paradigma, el del desarrollo inclusivo, pero su administración solo formuló el enunciado. Se quedó ahí.

La realidad es otra. Si bien se avanzó en la instrumentación de medidas sociales, terminaron ambos Kirchner distrayéndose dentro de su propia circunstancia, inmersos en un ámbito inundado simplemente de oropeles. El “modelo” de la actual administración, tantas veces proclamado por los dos presidentes y sus funcionarios, hoy deformado por sus desaciertos y los desconcertantes guiños a la clase media para ganar en octubre, terminó constituyendo tan sólo un ejercicio de oratoria y de propaganda política, con un desfachatado uso de los fondos públicos y los medios oficiales de comunicación.

No hubo, ni hay modelo, tan sólo un fuerte ejercicio de poder. Y un proyecto de permanencia y detentación del mismo por el mayor tiempo posible. Esto constituye de alguna forma la continuación histórica del primer peronismo, el de los años 40 del siglo pasado, que después de introducir la cuestión social como prioritaria – su mérito mayor- agotó esa impronta en  un simple proyecto autoritario de poder infinito y errores mayúsculos de apreciación en sus políticas interna e internacional. Cierto es que hubo (y hay) odio e incomprensión de parte de sus adversarios, muchos de los cuales contribuyen a que después de tantos años el enfrentamiento persista, que no se haya desvanecido. A propósito, resulta curioso leer en las crónicas de la época la historia falsa según la cual el 17 de octubre de 1945 los sectores obreros fueron movilizados a Plaza de Mayo sólo porque se los trasladara compulsivamente desde sus lugares de trabajo, o se pagara por su presencia, como hoy se dice lo mismo ante cada acto peronista, no sólo ya sin comprender el fenómeno, sino sin siquiera aproximarse a la naturaleza y el significado de las luchas sociales. Y es desde luego penoso leer los cables de la embajada norteamericana generados durante los años 1945 y 1946, con los comentarios diplomáticos respectivos señalando a sectores de la oposición propiciando la eliminación de Juan Perón. Penoso en especial porque hoy el paisaje es parecido, pero peor: en aquel tiempo era Spruille Braden quien empujaba a nuestras dirigencias a provocar la caída de un régimen que él consideraba filo nazi cuando apenas comenzaba el período de posguerra; ahora son dirigentes políticos quienes reclaman más dureza en la conducta del gobierno estadounidense a la embajadora de ese país, contra los intereses del nuestro.

La mayoría de aquellos cables, ya desclasificados, pueden leerse en “Braden o Perón”, de Alieto Guadagni. Los actuales, wikileaks mediante, en P/12. Beneficios de la globalización informativa.

Como consecuencia obvia, el gobierno necesita competir en octubre en el marco de una elección polarizada, contra una alianza de Mauricio Macri y el llamado peronismo federal. Sabe que que en esa hipótesis puede triunfar. A la par, importantes sectores corporativos, acompañados por medios de comunicación enfrentados al gobierno, alientan también dicha polarización (que fue exitosa en la Provincia de Buenos Aires en las elecciones legislativas de 2009, ayudada por encuestas pagas que hicieron retroceder a la tercera fuerza contendiente, un acuerdo cívico y social ). Es un panorama que ayuda a ambos. Al gobierno, y al sector de la oposición que se opone a la elaboración de un proyecto moderno de desarrollo con inclusión.

Existe, hoy también como en 2009 (año en que obtuvo el segundo lugar electoral a escala nacional), un tercer sector político conformado por aquellos componentes del acuerdo cívico y social, que compondrá probablemente una fórmula presidencial integrada por Ricardo L. Alfonsín y Hermes Binner, que aparece en los sondeos como la segunda fuerza detrás del gobierno, pero al que el movimiento de palancas para imponer la polarización con Macri lo presenta como una opción de gobierno débil. Porque temen que, si resultare triunfadora en octubre, transforme las expectativas sólo insinuadas por Kirchner, y convierta el crecimiento económico desaforado de la última década, en desarrollo. Esto es, implante un modelo de desarrollo inclusivo, con una distribución más equitativa, tanto de los beneficios como de sus costos, evitando la marginalidad socio-económica. Agregando a las medidas asistenciales vigentes, una transformación industrial y agroindustrial que termine enterrando las lacras sociales de la mendicidad, y produzca riqueza verdadera. E imponga en todo el territorio la legalidad estatal, que hoy no existe, o (con palabras de Guillermo O´Donnell) “es apenas tenue e intermitente, desalojando a la de mafias que controlan el territorio, comercian delictivamente, cobran sus «impuestos» y aplican liberalmente la pena de muerte allí donde habitan numerosas personas que viven e intentan organizarse dignamente; pero a las penurias de su extrema pobreza deben sumar las incertidumbres que causan las mafias que allí mandan. Esto no ocurre sólo en las zonas alejadas de los grandes centros urbanos; también ocurre en ellos y en nuestro país, en vertiginosa aceleración”.

Un país con esas inclinaciones de transformación se torna peligroso para ciertos intereses corporativos, que prefieren que la alternativa a este gobierno, que amenaza enfrentarlos pero se queda en la amenaza, sea desde luego uno afín a su pensamiento y a sus negocios.

La tercera opción (se insiste, segunda en términos electorales en el 2009), no tiene alternativa: debe romper la inercia de la polarización. Para ello, al tiempo de notificar a quienes procuran imponerla (los intereses corporativos, sindicales y empresariales, y medios de comunicación) que actuará con firmeza cuando le toque gobernar, es menester que produzca una serie de hechos políticos que la conviertan en la bandera de la transformación. El primero y principal (consolidando su frente progresista o como fuera que termine denominándose): encarar la formación de una coalición más amplia, que incluya a aquella dirigencia decente y talentosa que piensa en algunos aspectos de manera diferente, pero representa a sectores que aún no encuentran cabida para su expresión política, defraudados en las expectativas que alguna vez les provocó el PRO cuando se presentaba como una fuerza jóven y atractiva, escondiendo su verdadero rostro de nuevo representante del mundo de los negocios estatales.

Ricardo López Murphy, por dar un ejemplo.

La historia electoral argentina ha mostrado muchas veces coaliciones triunfantes en las urnas que fueron existosas en la gestión. Coaliciones implícitas o explícitas. Arturo Frondizi llevó a cabo su formidable proceso de transformación  llegando al gobierno con votos radicales y peronistas, independientes, nacionalistas, católicos, comunistas, a derechas e izquierdas, en 1958. Raúl Alfonsín no sólo ganó la elección de 1983con los votos de la UCR. Lo acompañaron socialistas y conservadores, radicales y peronistas.

Que se sepa, para ganar siempre es menester ampliar la base de sustentación electoral.

 

5 pensamientos en “Elecciones 2011 y la Necesidad de Transformar el Crecimiento en Desarrollo

  1. Dulce Soledad Suárez

    Debemos estudiar a fondo a los candidatos. Averiguar, «googlear», frecuentar sitios en donde se los conozca… Todo lo que esté al alcance de nuestros sentidos. Y a los que se van (aunque sean candidatos), pedirles «memoria, arqueo y balance» de todo. Que nadie se vaya de ninguna parte sin rendir cuentas. Y si nos nos cierra algo; a la justicia y si la justicia no hace nada esxiste el juicio moral de la sociedad y que de esa nadie se salve.
    Un abrazo y gracias por hacer este sitio,
    Dulce Soledad Suárez

  2. Ernesto

    Impresionante lectura de la situacion. como en tantas otras notas, acertada e inteligente. Esperemos que la gente vea estas cuestiones y pueda la argentina, retomar su rumbo hacia un verdadero desarrollo.

  3. Dulce Soledad Suárez

    Argentina siempre tuvo oportunidades, las tiene y las tendrá; el punto es que no las sabe aprovechar, esa idea se viene repitiendo a lo largo de todos los gobiernos a partir del siglo XX.
    No soy pesismista; sino optimista experimentada.
    Los candidatos -sea por ingorancia, desinterés o corrupción- lamentablemente están a años luz del desarrollismo.
    Los candidatos dejan bastante que desear porque no existe oposición y solo para sercandidato ya hay que adaptarse de alguna forma a este sistema.
    La primera vez que voté fue justo cuando comenzaba el C.B.C. y a lo mejor, al venir de una familia radical y atea, puse demasiadas espectativas en la democracia (o algo así). Si Alem viviera y viera lo que está pasando con el país y con los lugares que frecuentaba, se vuelve a suicidar.
    Agradezco el debate de ideas, dado que a lo mejor cambie mi postura ante las elecciones.

  4. Carlos Luis Ulrich

    Sin duda este es el análisis de la cuestión y merece que la ampliación de la base se produzca y más hay que trabajar para que esas oportunidades se encuentren disponibles oportunamente.

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