Posavasos de difícil adquisición

Chicago es una espléndida ciudad sólo castigada severamente por el frío y los vientos en la temporada invernal. Pero, evitando ese agresivo periodo del año, uno puede gozar plenamente de su Jazz, de su muy calificada oferta gastronómica y por sobre todo, de su inigualable arquitectura urbana que expone el trabajo de muy creativos y reconocidos arquitectos y constructores del pasado siglo.

Si bien se puede encontrar la casi totalidad de comercios típicos de las grandes cadenas de franquicias existentes en todo Estados Unidos, también sorprende la presencia de coquetas boutiques con muy refinadas colecciones pret a porter, y un considerable número de otros negocios ofreciendo muy originales productos de diversa naturaleza.

Ingresamos con mi esposa una tarde a uno de ellos, en plena avenida Michigan, a escasos metros del Tribune Herald, que presentaba una variada colección de objetos para usos hogareños con diseños y características sumamente originales.

Efectuamos, como siempre, nuestra exploración personal en forma separada, de modo de que cada uno se tome el tiempo que quiera ante aquellos objetos que le resultan interesantes, sin sentir la presión de la presencia del otro, para quien usualmente resultan insignificantes.

Relojes de escritorio de inusual diseño; lámparas de mesa elaboradas con materiales marinos antiguos; múltiples juegos de finas y llamativas lapiceras; y un sinfín de modernos accesorios para el hogar fueron ocupando mi atención a cada paso. Típico recorrido indolente del experimentado turista que ya no compra todo a su paso, sino que selecciona cuidadosamente los objetos que reúnan atractivos especiales.

En medio de ese tranquilo deambular, la ví, indolentemente instalada en un olvidado rincón del comercio y al muy módico precio de veinte dólares. Se trataba de una caja de madera con la inscripción “From Pubs of England” en el frente de la caja y conteniendo cerca de un centenar de posavasos, cada uno con diferente formato y muy coloridas inscripciones de marcas de bebidas o de nombres de bares y pubs de diversas ciudades inglesas.

En mi departamento de Buenos Aires, cuento con un interesante bar privado que resulta muy visitado por mis amigos, y los amigos de mis amigos, que está particularmente especializado en Single Malt Scotchs y que ofrece cerca de cien variedades de esa singular bebida.

Ver la caja de posavasos e imaginarla en mi bar, generó en mi interior una corriente de deseo de compra de intensidad no vivida desde hacía mucho tiempo.

En contados segundos, la ansiedad de posesión me sobrepasó por lo que prácticamente arrastré a un vendedor hacia el lugar para hacer mi pedido.

Después de las disculpas del caso, le informo solemnemente mi deseo de adquirir el producto, ante lo cual y con la clásica cortesía americana, me informa que lamentablemente no hay más cajas de posavasos en stock y sólo queda la del exhibidor, que naturalmente no estaba a la venta por política de la Compañía.

Me quedé un buen rato solo, sumido en una profunda angustia y buscando afanosamente una solución al problema. Tenía absolutamente decidido que no me alejaría del suelo norteamericano sin la caja de posavasos en mis manos.

Estudié con cierta calma mis genuinas posibilidades de tomar distraídamente la caja y alejarme con disimulo del lugar. También medité sobre alejarme a la carrera y ganar la partida por sorpresa.

La colosal envergadura física de los dos guardias de seguridad parados en la puerta del local alejaron rápidamente esas ideas de mi mente.

Cuando la alternativa de aplicar acciones directas no es factible, siempre nos queda la opción de negociar.

Decididamente le pedí al vendedor hablar con su supervisor sobre el tema. Se alejó molesto y en silencio y susurró algo al oído a una madura mujer que se encontraba de espaldas a mí en el medio del salón.

La fría mirada que muy de reojo y a la distancia me disparó fue suficientemente clara para entender que no tenía el menor interés en solucionar mi problema y que me convenía alejarme sin más trámite del lugar.

Luego de una prolongada espera, en la que yo imperturbable no me moví para nada, se dignó a venir a mi encuentro. Su frase de bienvenida fue tan seca y cortante como la expresión facial con que la acompañó: “¿No le dijo el vendedor que no hay más stock del producto y el expuesto no está en venta?”.

Con mi mejor sonrisa, y con suma corrección, le expliqué mi procedencia, la existencia de mi famoso bar, lo bien que quedarían en él los benditos posavasos, y que estaba dispuesto a realizar cualquier proeza para satisfacer mi deseo.

Sorprendida, pero algo más complaciente, argumentó que incluso varios posavasos podían haberse extraviado o destruído por lo que la caja del exhibidor no estaría completa con las 100 unidades. Acepté tal reducción de componentes como si nada e insistí ofreciendo cualquier mecanismo que considerara válido para resolver el problema.

Varias idas y venidas con argumentos cada vez más débiles de su parte, me dieron pié para ofrecer cerrar el pleito a través del mecanismo de una apuesta, cuyo alcance y forma fuera absolutamente definida por la dama.

Ya con una ligera sonrisa dibujada en su rostro, y con cierta malicia para probar si efectivamente yo decía la verdad, me informa que ella también es muy afecta al consumo de Single Malt Scotch, que acepta la apuesta, y que la misma consistía en que de una marca particular de ese tipo de bebida que ella mencionara, yo debía decirle el nombre de la destilería que la producía, la región de Escocia donde se elaboraba y cuantos años de añejamiento figuran en su etiqueta más vendida.

Si era tan experto como decía, seguramente conocería esos datos de las múltiples variedades existentes y no tendría inconveniente en aceptar el desafío.

Longmorn, elaborado por United Destillers, de la región de Speyside en pleno corazón de Highlands, y con 16 años de añejamiento, dieron por terminado el pleito a mi favor.

Al momento de recibir la caja y entregar mi tarjeta para su pago, el sonriente vendedor me informa que el producto es en realidad un obsequio de la señora.

Su cálido saludo y pícaro guiño a la distancia mientras abandonábamos el lugar, me demostró una vez más que las frecuentes asperezas en la relación humana siempre se eliminan con una simple sonrisa y un toque de creatividad.

También es de gran ayuda contar con un profundo conocimiento sobre los Single Malt Scotch.

5 pensamientos en “Posavasos de difícil adquisición

  1. sofia plus

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  2. sena virtual

    hola acabo de enterarme de tu web y la verdad es que me parece bueno no sabia de mas personas interesadas en estos temas, aqui tienes un nuevo lector que seguira visitandote a diario.

  3. Federico G. Polak Autor de la entrada

    Gracias a Sy Gozar por este nuevo y espléndido relato. Doy fe que sabe acerca de la ciencia de los single malts bastante más que el común de la gente.

  4. Tato Damario

    Excelente. Otra vez el talento de Simón Gozar con narraciones de viajes. Admiro sus pícaros e ingeniosos trucos para que el lector no abandone la historia. Gracias. Este sitio es muy bueno. Una lástima es que esté tan poco activo últimamente.

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