A mí no me la vas a contar
Te fuiste, Rojito. Te tocó a vos. ¿Quién lo diría? Ni la mafia te salvó. Ni el que quiso salvarte de la mafia y quedó empantanado. Nadie. Ahí te vas, al infierno. La semana que viene vas a jugar tu último partido en el fútbol grande pero, con el mote de “descendido”. Así es, Rojito. Te tocó. A vos, el intocable, el protegido, el Rey de Copas, el paladar negro. ¿De qué te va a servir el pedigree en Junín o en Pergamino? Te van a esperar mostrando los dientes, porque son perros de calle. Esos que gustan de revolver la basura para encontrar un cacho de grasa, esos que se hacen amigos de las pulgas y ladran corriendo al filo de las ruedas que cruzan los caminos. Sobreviven. Saben de eso. Vos, no. Vos siempre fuiste el niño mimado. Y ahora, te tiran a los chanchos. Quiero ver cómo te las arreglás.
Y llorás, claro. Ayer vimos llorar a algunos de los tuyos. Porque no muchos fueron a la cancha. Y eso que la tenían toda para ustedes. Pero, no. Ni en ese momento, el más fiero de su historia, pudieron despojarse de su amargura ¡Qué pena, Rojito! Pero, no llores. Si ya van a volver. Lo sabés vos, lo sabemos nosotros, lo saben todos. Eso sí, la mancha no te la quitás más. Si yo tenía cuatro años cuando nos fuimos y desde entonces, escucho que fueron ustedes los que nos mandaron a la B. No, Rojito, nos fuimos solos. Como se fueron ustedes ahora, igual. Y no es tan grave. Podría decirte que peor estuvo Ángeles Rawson o los pasajeros del Sarmiento, esta semana pero, no te lo voy a decir. No voy a tirar la pelota afuera. Dejémosla en la cancha, que de eso estamos hablando, al final. Nosotros la pasamos peor, che. Infinitamente peor. Estuvimos treinta y cinco años sin salir campeón. ¿Te das cuenta de lo que es eso? No tenés idea. Yo tenía veintidós cuando dimos la vuelta en Vélez – ese día, te recuerdo, llenamos esa cancha y la nuestra también – y no sabía qué hacer cuando terminó en empate el partido. Empate. Un punto necesitábamos para que las gallinas no nos alcanzaran y así fue, nomás. Un punto. Siempre, sufriendo. Siempre.
Encima, el país estaba en llamas, literalmente. El festejo tenía el peso que la culpa impone. Porque tan sólo una semana atrás, habíamos estado en la calle, diciendo basta a todo, enfrentándonos a la policía, a los bancos, al Imperio y a sus secuaces locales por hambrear a nuestro pueblo y entonces, en el pago chico racinguista, era difícil abstraerse. Hasta eso nos pasó. Mi viejo, cuando calculábamos puntos, victorias propias y derrotas ajenas, señalaba que Racing nunca había salido campeón con un gobierno radical, por lo que no había que ilusionarse. ¡Mirá lo que tuvo que pasar para que finalmente se nos diera! Cosa’e Mandinga, si me permitís la expresión.
Hasta acá, ya bastante sufrimiento te conté. Pero, esperá, porque esa fue la parte buena. Y con vos no tiene nada que ver. Porque yo no te tengo bronca porque tu cancha está a una cuadra de la mía y la rivalidad geográfica tenga que ser atendida por mandato de la AFA. Yo no le hago tanto caso a la AFA como vos. O será al revés. Ya no sé. Porque, ayer, te fuiste Rojito.
Ya te dije que tuve que escucharte, desde que me acuerdo, que a la B me mandaste vos. Pero, eso no es nada. Justo se te dio que saliste campeón el mismo día, en la misma cancha y a la misma hora. Pero, repito, a la B nos fuimos solitos. Como te fuiste vos ahora, Rojito. Y no te fuiste ahora, te fuiste por la runfla que te dirigió demasiados años. Como se fue River, igual. Y a nosotros nos pasó lo mismo pero, peor. Como siempre, peor. ¿Te acordás lo que nos pasó? Claro, cómo no te vas a acordar, si debe haber sido uno de los mejores momentos de tu vida. Sí, vino una jueza que poco entendía de pasiones y decretó que no existíamos más. No existíamos más. Así, como nos gritamos en la cancha pero, escrito a máquina con valor judicial. ¿Sabés lo que es eso? No tenés idea de lo que es sufrir, Rojito. No tenés idea. ¿Sabés qué hicimos? Fuimos todos a la cancha. No había partido. Racing no jugaba porque había dejado de existir. Era etéreo. Era, simplemente, ese sentimiento inexplicable del que hablamos pero, no era un equipo de once jugadores vestidos de celeste y blanco. No. No era. Nada. Y fuimos. Y pasaron un montón de jugadores por la cancha. Saludaron. El Chango Cárdenas estaba ahí, nuestra última gloria. Un tipo grande, ya. Llenamos la cancha ese día, eh. De verdad. No como vos ayer, que llenaste la mitad. La llenamos toda. Y ni partido había.
Pero, volvamos a la bronca que te tengo. Vamos a los hechos. No te lo dije todavía pero, soy mujer. Ni eso te detuvo para camorrearme un montón de veces. No sólo me measte, mientras entraba a tu cancha por la calle que entonces se llamaba Cordero, sino que, en otro partido, dentro de tu playón – otro día te explico que mi viejo, indefectiblemente, saca entradas del lado del local – me sacaste un gorrito celeste y blanco, aprovechándote de que yo tenía quince años, era una nena. Qué feo. O que, estando yo abajo y vos arriba, en nuestra cancha y siendo más chica todavía, me amenazabas con el ademán de navaja al cuello y señalándome. Me asustaba, no me da vergüenza decirlo. Era chiquita y vos, un pánfilo, Rojito.
Y así podría seguir pero, te cuento la más jodida y te dejo en paz digiriendo tu descenso. En el ’95 – ya sé que ya sabés qué te voy a decir pero, te quiero contar mi versión, así que bancátela – después de un campeonato accidentado, cambio de técnico incluido, de repente nos vimos con posibilidades de salir campeones. Miguelito Brindisi – ironías del destino – había venido faltando cuatro fechas y había dado el sartenazo que no pudo con ustedes. Una pena. La cuestión, para no hacértela larga, es que Vélez tenía que perder contra ustedes y nosotros, ganarle Colón para jugar un desempate. Yo tenía tantos nervios que se despellejaban mis manos. Soñaba que me hacían entrar a dirigir a Racing contra Vélez, en ese utópico desempate. Lloraba de emoción ante la mera pronunciación de la palabra “campeón”, vedada para nosotros por casi tres décadas, de las cuales yo había vivido sólo la mitad. Y nos fuimos, entonces, a Santa Fe.
Ya te dije que mi viejo saca entradas de local, aunque no lo sea. En fin. Ahí estábamos, en la platea de Colón. Era 17 de diciembre. No me olvido más. Creo que era el cumpleaños de Nacho González, nuestro arquero. Todo eso sabía yo. Sabía cómo iba a formar Banfield la fecha siguiente, por ejemplo. Porque no había mucho para la juventud, por esos días. Mi refugio fueron el fútbol y el rocanrol. Otros habrán encontrado otra cosa.
Retomo, unos minutos después de empezado nuestro partido, Castrilli le dio un penal a Vélez. Nos enteramos porque alguien, unas filas delante, tenía una radio. Ahí nomás, antes de que lo patearan, empecé a llorar. Sabía que vos, Rojito, no ibas a hacer nada para impedir esa victoria. Lo sabía yo, lo sabíamos todos. Desde ese momento y hasta el final de la goleada de Colón y de la de Vélez, no paré de llorar. Supongo que seguí llorando en el viaje de vuelta a Buenos Aires. Cuando paramos en una estación de servicio de San Pedro a cargar nafta y a hacer los llamados pertinentes, hablamos con mi abuelo, hincha de Racing también, que iba a vivir seis meses más. Y con mi vieja que no tuvo mejor tino que pedirnos “cinco naranjas”, ya que estábamos por pagos cítricos. Ya no lloré, la putée, como correspondía.
Fue un día muy triste, sin dudas. Pero, todavía no te había visto, Rojito. No había visto como habías festejado como propios los goles que Vélez te metía a vos, en tu cancha. ¿Entendés o nunca entendiste nada? Gritaste goles de otro club a tu equipo en tu cancha. Mirabas a la cámara besando tu camiseta mientras otro salía campeón en tu cancha. Eso no te lo perdono.
Por eso, Rojito. No estoy triste porque te vayas. Andá, bancátela. Sufrí, alguna vez, dale. Y llorá. Sabés que vas a volver. Lo sabemos todos. Pero, ahora llorá. Que sé por lo que estás pasando. Pero, nosotros la vivimos peor, Rojito. A mí no me la vas a contar.
- Borges, en estos días
- Gallardo Perez, referí
Querido amigo y tocayo Federico Baraldo: ¡qué lindo lo que contás de tu papá, tenerlo con sus 97, incluso sufriendo por El Rojo! Yo converso con el mío de vez en cuando todavía, analizamos juntos las cosas de la vida vuelta a vuelta, a pesar de que se fue hace mucho tiempo, en 1996. Él es, como podrás apreciar, uno de los personajes que su apasionada nieta Micaela evoca en el relato.
Apreciado Federico
Lo que se hereda no se hurta y así se advierte en la narrativa de tu hija, que me hizo vivir las sensaciones de una futbolera comprometida.
Como carezco de ese entusiasmo, valoro más su capacidad de comunicación. Por suerte o desgracia, nunca pude sentirme parte de esa multitud que grita, ríe, llora y se desespera con la actuación de su equipo. Corina me permitió experimentarlo.
Vaya de todas maneras mi saludo a Independiente y sus seguidores, entre los que se cuenta mi viejo, que a los 97 años no sufre los resultados ni el descenso con la misma intensidad, pero igual lo sufre.
Micaela Polak: ¡vaya narrativa! Se anima a un relato de fútbol, desde la pasión, lo bien dicho, lo autobiográfico, la emoción que no deja tregua.
Escritura guerrera, de crónicas de lo popular, con conocimiento de causa. ¡Bravo! Un blog excelente. Y Gracias, Federico Polak, por la cordialidad de su comentario de bienvenida.
Gracias a Adolfo Amore por el elogio al blog. Y a Tato Damario también agradecido por proferir una de sus bromas habituales.
Apasionado cuento. Buen blog este, raro, cultura popular y de la otra. Recool
Así es la vida tordo, todo termina; el rojo en la B para no volver y su hija gozándolos al rojo y a Ud. Al rojo porque se fue, y a Ud porque lo deja mal, y además escribe mejor, aguante tordo, Ud ya fue
Querido Luis, ¡claro que se entendió! Vuelvo a agradecer el intercambio. Por suerte ella es la escritora de la familia, y yo uno de los abogados. Abrazo
Querido Federico, por supuesto que lo entiendo de esa forma y por lo cual lo aclaro en la posdata.Todos nos acordamos y nos expresamos a nuestra manera, en el caso de Micaela, no es para mi,ella, la que se expresa, la que se expresa es un hincha de Racing (neutro),que dice lo que siente y como hincha de Racing y yo lo que digo, se lo digo al hincha de Racing, que puede sentir eso y expresarlo de esa manera y lo hago como hincha también. Generalmente no contesto este tipo de notas, pero al venir de quien venia no iba a dejar pasar la oportunidad (mas alla de lo orgulloso que te debes sentir por lo bien que escribe Micaela, me sonó un poquito a gastada tambien….o no?), recogí el guante y aca estamos,devolviendonos honores.Te repito o les repito (y esto si va para Micaela) PATERNALES ABRAZOS!!!!
Querido Luis, no fue un triste y lamentable comentario el proferido por mi hija Micaela, sino un relato de cómo ella recuerda sus vivencias. Y cómo expresa sus sentimientos. Este es un sitio de intercambio cultural e intelectual. Por ello le doy la bienvenida a tu respuesta, y a cualquiera de las demás. Me he permitido sólo corregir la ortografía en nuestro apellido, que estaba mal. Álvaro de Lamadrid ha consignado un dato histórico que desconocía, y convendría recordar. Abrazo
Gracias a Claudia Farías Gómez por su comentario, en especial por haber detectado en el relato la pluma de una mujer.
Álvaro, espeluznante dato que repugna la moral futbolera. Te recuerdo que no soy el autor de «A mí no me los vas a contar», sino mi hija Micaela Polak. En todo caso soy apenas el administrador del blog, y un personaje del relato
Termino de leer este triste y lamentable comentario del sitio de opinión de mi amigo Federico Polak » El tonto y los sabios» nunca mejor puesto el nombre y no porque me sienta sabio, no, ni mucho menos…., esta es la primera vez que me lo creo!.
Justamente yo y en este caso me hago el importante porque el articulo estaba dirigido a mi y en parte pensado en mi por ser del rojo, justamente yo, decía, no disfrute para nada que Racing se haya ido a la «B», todo lo contrario , primero no disfruto de las desgracias ajenas, segundo, debe haber pocas cosas mas lindas en el fútbol que los clásicos de barrio y mas aun sabiendo que los 6 puntos quedan siempre ´pa uno.
Una manera segura de ser infeliz, no la única por supuesto es «creerse ser o pretender ser lo que uno no es o no puede ser», esto, inexorablemente, crea resentimiento y con resentimiento no se es feliz, se es resentido.
Los de Racing siempre quisieron parecerse a Independiente, estas últimas generaciones y no tan ultimas también sufrieron por no poder alcanzar nada de la gloria que alcanzo su eterno rival y en vez de mejorar… envidiaron.
Las hinchadas tienen sus particularidades, la particularidad de la hinchada de Racing es el resentimiento. Este articulo, que amablemente me mandaron, muy bien redactado por cierto, deja transmitir justamente eso, revancha, placer por el dolor del otro, venganza… y quien otro mas que el dueño de un enorme, pero enorme resentimiento puede devolver con tata pasión tanta miseria…?
Para nosotros empieza una nueva etapa, la vamos a aprovechar, sin ninguna duda volveremos rápidamente al lugar que nunca deberíamos haber dejado y volveremos también a ganar los 6 puntos por año que nos deja el clásico.
Para los amigos de Racing, me queda un consejo ( un lujo que me doy) , nos fuimos a la «B», seguimos siendo el orgullo nacional, indiscutiblemente , pero en este paso por la «B» un poquito,
pero solo muy poquito, equiparamos equivalencias con ustedes; no sean tontos, aprovechen también , pero no para disfrutar con el dolor del otro, aprovechen para evolucionar, dejen de ser «primates» y permítanse hacer votos para que volvamos pronto a jugar el clásico, eso si, traten de ser mejores.
«VAMO ROJO CARAJO»
(para un sitio de opinión e intercambio cultural e intelectual)
Paternales saludos.
Arquitecto Luis Cabillon
P.D.: como muchas veces he pensado y más ahora,( con tanto intelectual suelto defendiendo lo indefendible), que el único circulo cuadrado que conozco es justamente el de los intelectuales, me veo forzado a comentar lo obvio: entendamos todo esto como parte del folclore, cero cuestión personal, y el folclore junto con el jugarlo es lo mas lindo que tiene el fulbo.
Que reine la paz entre padres e hijos.
Felicito a la autora por el relato y por la originalidad del tema tratándose de la pluma de una mujer. Especialmente, considero un gran acierto estilístico el uso de la segunda persona del singular, ese «tú» hipotético en el que radica, creo, la fuerza del relato y la efectividad del tono y del ritmo.
También el lenguaje adecuado al tema y circunstancia merece un reconocimiento, Gracias y saludos cordiales para todos.
Soy de Vélez Federico, recuerdo muy bien eso, es real. Y te agrego otra. Vélez se fue a la B en 1940, y regresamos en 1942, única vez en la B porque Independiente se dejo ganar con Atlanta perdía 6 a 0 al finalizar el primer tiempo, hasta su hinchada se enojo y en el segundo tiempo metieron 4 goles en 20 minutos para perder 6 a 4 y mandar a Vélez a la B, en una de las páginas más negras de una jornada de fútbol que se haya visto en el país. Dos jugadores de Atlanta pasaron a Independiente luego de ese partido el último del campeonato como pago de ese bochorno. Don Pepe Amalfitani en la AFA dijo en ese entonces «Ya van a ver lo que es Vélez con esto que nos han hecho».
Hoy Vélez es el verdadero orgullo nacional.