Revoleo de pasaporte

¿Alguna vez pensaste en vivir dos vidas absolutamente diferentes?
Mi amigo Hugo, inteligente, exitoso, de elevada capacidad intelectual y muy inconformista, hace unos años y en medio de uno de nuestros habituales almuerzos, se despacha con ese interrogante y me expone una teoría de vida, de su propia creación, que lo estaba atormentando desde hacía un tiempo y que confesaba creciente tentación para ponerla en práctica.
Trataré de reproducirla respetando fielmente su contenido. Me dijo:
«¿Alguna vez pensaste en vivir dos vidas absolutamente diferentes?
No me refiero a los novelescos esquemas de sujetos con dobles vidas paralelas del tipo: Bígamos conviviendo con dos familias simultáneas; o normales padres de familia con ocultos desvíos sexuales; o sencillos hombres de negocios que paralelamente desarrollan fuertes actividades delictivas.
Me refiero a la posibilidad de cortar el esquema de vida que cada uno lleva y comenzar otro completamente diferente. Vale decir, un voluntario y consciente “suicidio virtual” en un momento dado, con un simultáneo renacer al instante siguiente, en otro lugar y en un nuevo tiempo.
Pero la pregunta es: ¿Cuándo hacerlo y cómo hacerlo?
Normalmente uno desarrolla su vida en términos integrales durante sus primeros 40 o 45 años. A esa altura usualmente se formó la familia con hijos, se concluyeron los estudios, se alcanzó un nivel de actividad laboral maduro, se logró cierto bienestar económico estable y se vivieron múltiples experiencias sociales y vitales de todo tipo.
Si uno tuvo suerte en la vida e hizo las cosas bien, se llega a un punto en el que todo está bien y en sano equilibrio,… pero ya no surgen fuertes desafíos, ni se viven riesgos extremos, ni hay múltiples caminos abiertos a ser recorridos libremente, ni el futuro se presenta como una tentadora e incierta aventura de vida.
Todo es mucho más predecible, sereno, rutinario y tranquilo.
¿Qué pasaría si en ese momento se corta todo ese esquema; y se inicia una nueva vida como si nada hubiera ocurrido? Se abandona lo que uno es y fue durante todos esos años, y se reaparece en cualquier otro lugar sin pasado alguno.
Una devastadora amnesia voluntaria que no solo alcance la memoria de la mente, sino la del propio cuerpo y del alma.
Pero cómo explicar semejante decisión a la esposa, hijos, padres, amigos, colegas, y a todo el resto de la comunidad vinculada sin que piensen que uno se ha vuelto absolutamente loco.
Cómo evitar las discusiones, los inevitables conflictos económicos y legales, los terribles dolores afectivos que uno provocaría, el daño por impacto psicológico sobre los hijos, etc.
Es imposible de explicar, simplemente no podría entenderse.
Luego de profundas elucubraciones personales sobre el alcance y la forma de operar semejante cambio, llego a la conclusión que sólo puede hacerse aplicando la estrategia del “Revoleo de pasaporte”.
La misma consiste en producir el cambio en un momento dado sin preaviso de ninguna especie. Simplemente uno se esfuma en un cierto instante sin más trámite.
Idealmente debe ser en un momento absolutamente normal dentro del esquema rutinario de su vida. Una tarde cualquiera, de un día cualquiera, uno sale de su vida anterior e ingresa en la nueva sin que absolutamente nadie lo sepa, y ni siquiera lo intuya o imagine.
Ese día hay que salir al trabajo con una despedida matinal de la mujer y de los hijos tan sencilla como la de siempre, e incluso conviniendo algún programa para la noche (cine, salida a restaurant, invitación a amigos a la casa, o cualquier otro compromiso).
En el trabajo se debe desarrollar la actividad del día con absoluta normalidad, programando reuniones y compromisos laborales para esa tarde y para los días sucesivos, completando la agenda de modo habitual.
Finalmente es muy conveniente conversar telefónicamente con algún amigo para programar el tenis o el golf del siguiente fin de semana.
Nada tiene que llamar la atención. Ningún acto que luego permita a alguien atar cabos y comentar actitudes extrañas o situaciones anormales detectadas ese día o los previos.
En un cierto momento del día, al salir hacia una reunión laboral, o hacia el almuerzo o con cualquier otro destino ordinario y programado, simplemente uno se aleja y no vuelve más.
El destino final no es demasiado importante, pero naturalmente debe ser en algún otro país y lo más lejano que se pueda. Esa tarde se toma un anónimo medio de transporte hacia algún punto fronterizo de frágil control y se lo atraviesa sin dejar rastro.
En el lugar de destino final, apenas atravesada su frontera por algún punto de similar fragilidad, lo primero que se hace es “ revolear el pasaporte” y cualquier otro documento o elemento que atestigüe la vida anterior.
Las dos únicas medidas que exigen cierta discreta actividad durante los meses previos al día de la partida consisten en:
* obtener (por la vía que sea) documentos personales con una nueva identidad – Pasaporte, Partida e Nacimiento, Licencia de conductor, etc.- idealmente provenientes de algún país extranjero y no muy popular en nuestras tierras. (aconsejo Andorra, Seychelles, Singapur o Etiopía).
* Generar mediante muy disimulados y reducidos desvíos de gastos personales durante un tiempo, una razonable suma de dinero para vivir los primeros tiempos de la nueva vida. Esto es clave porque no pueden efectuarse retiros de ningún tipo de los ahorros familiares en los días previos al hecho.
Insisto en lo mismo. Nada de llevarse ropa, efectos personales de cualquier tipo, fotos de familiares y amigos, o joyas u objetos de valor guardados en cajas de seguridad.
Se parte exclusivamente con lo puesto.
Pasados los primeros meses de angustia por no saber qué ha pasado con uno y una vez agotados los dramáticos intentos de ubicarlo por vía policial, hospitalaria, judicial, etc., la resignación dominará a la familia y la vida y el tiempo inevitablemente harán cicatrizar con más o menos esfuerzo el dolor vivido.
Cada cual recompondrá su vida lo mejor que pueda y uno será para todos ellos con los años, solo un borroso recuerdo de gratos e ingratos pasajes vividos en común.
Por supuesto que no hay retorno, ni comunicación alguna nunca más. La vida anterior, y todos sus integrantes, desaparecen por completo en una brumosa nube de recuerdos que se pierde en la inmensidad del cosmos y no se recupera jamás».
Hace dos años, un par de meses después de cumplir 44 años, y en medio de una envidiable calidad de vida, mi amigo Hugo desapareció sin dejar rastro alguno.
Su mujer, hijos, parientes y amigos se desesperaron para descubrir qué le había pasado, pero no hubo caso, simplemente se esfumó.
Para todos ellos, excepto para mí, un desafortunado accidente debió haber terminado abruptamente con su vida en alguna violenta y obscura circunstancia.
Ya hace unos cuantos meses que tengo mi nueva documentación preparada y unos buenos dólares separados del patrimonio familiar.
Ya hace unos cuantos meses que cada día desarrollo con absoluta prolijidad mi plan de acción confiando en que esa tarde será la decisiva, pero inexorablemente la transito sin el convencimiento ni el valor necesario para hacerlo.
Quizás lo logre mañana.

7 pensamientos en “Revoleo de pasaporte

  1. Tabares Mendez, Axel

    Realmente no puedo describir como de estar buscando a Al Pacino terminé por este blog, pero sin dudas no imaginaba toparme con una lectura tan exquisita. Muchas gracias Doctor, realmente aprecié su relato. Tenga usted muy buenos días, saludos cordiales.

  2. Dulce Soledad Suárez

    Sin dudas un «susto» aterra al hombre. Ante la idea de sufrir, él es capaz de cualquier cosa; inclusive de convencer a terceros de algo que ni siquiera existió. Pero faltará -no caben dudas- el perdón de la familia y de allegados a ella, quienes han escuchado una sola campana.
    Infinitas gracias a quienes siguen construyendo este espacio literario.
    Saludos Cordiales,
    Dulce Soledad Suárez

  3. Stella

    Muy interesante. Pero me suena a muy egoísta. Me suena a una acción típica de los hombres. Las mujeres cuando estamos insatisfechas con la situación, la planteamos de frente y cortamos por lo sano. Los hombres son incapaces. Prefieren «desaparecer», «borrarse» y no admitir a su familia y amigos que están insatisfechos con su vida y que quieren cambiar.

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