Lilita no fué la última jacobina

A fines de marzo del corriente año se publicó en un órgano de difusión reconocido, un artículo intitulado «Lilita la ultima jacobina». Tal alusión es errónea. Ni Lilita «fue la última jacobina», ni siquiera fue jacobina.

El artículo en cuestión en absoluto refleja el trasfondo de la época en la que se trató de ubicar la referencia. En la Francia revolucionaria, la de la eclosión luego del escándalo del «collar de Rohan». Por la compra de María Antonieta al Duque de Rohan de un valioso collar, mientras en las calles el pueblo de Francia se moría de hambre, se le atribuyó al Duque de Rohan haber dicho: «Roi non puis,duc non me degne,Rohan suis». Revolución que mandó al cadalso al descendiente de San Luis, el rey luis XVI y a la hija de María Teresa, reina María Antonieta, las fracciones revolucionarias se dividieron en dos bandos: la de los jacobinos, que se caracterizaron por ser los más violentos y despiadados que configuraron la fracción de la «montaña», y la de los girondinos, que se caracterizaron por tener mayor mesura, que configuraron a su vez la fracción «del llano». Los jacobinos más destacados entre otros, fueron Saint Just, Maximiliano Robespierre, Marat y Danton. Saint Just fue presidente del Tribunal Revolucionario que condenó a la guillotina en forma sumaria, y tomando al pueblo sediento de sangre asistente en las sesiones como jurado, a una enorme cantidad de «aristos» como el bajo pueblo denominaba en ese entonces a los aristócratas y miembros de la alta burguesía que participaba del régimen real. Cayeron bajo la cuchilla el rey Luis XVI y la reina María Antonieta, la cual pronunció un alegato que la historia tomó como ejemplar. Efectivamente,en el Tribunal presidido por el jacobino Saint Just, se acusó a la reina de haber tenido un trato incestuoso con Luis, el pequeño Delfìn, heredero al trono. Frente a la turba enfervorizada,fue magnífico el alegato de María Antonieta, que terminó con un desafío valiente y rotundo, luego de rechazar todas las invectivas que se le echaban encima: «Invoco a todas las madres, la razón de mis dichos». Los jacobinos Marat y Danton, líder este último de la fracción ultra llamada de «los Cordeleros», fueron las figuras más visibles de la revolución. La violencia que caracterizó el accionar de la revolución, bajo la dirección primordial de los citados, fue violencia que terminó por ahogar en sangre a sus propios integrantes. Marat, que sufría de una enfermedad en la piel que lo obligaba a estar mucho tiempo en el baño dentro de la bañera, fue acuchillado por Carlota Corday estando el revolucionario dentro de la bañera. Danton,enfrentado a Robespierre por disputas de espacio de poder, fue mandado a la guillotina. Robespierre, el que fuera diputado por Arras, corifeo más espectable de la fracción jacobina, cuya absoluta frialdad puede patentizarse por la frase que pronunció al votar muerte para el rey Luis XVI en el Tribunal revolucionario: «Nada tengo contra Luis. Nada me ha hecho a mí. Pero por ser una medida de salud pública, es necesario que Luis muera», fue llevado a la guillotina luego de que recibiera un pistoletazo mientras se disponía a leer la lista de condenados a la guillotina que había preparado.

Si se quisiera poner de realzo los méritos de la Dra.Carrio -sin caer en alusión política alguna- estimo mejor sería la alusión de Marco Tulio Ciceron, en sus Catilinarias, al decir «Cousque tandem Catilina abutere patientia nostra» (Hasta cuando Catilina abusarás de nuestra paciencia) que logró deshacer la fracción enfervorizada y levantisca que impulsada por Catilina tendía a la confusión y al disturbio. Ciceron salvó a la República. La Dra. Carrio,con su incesante prédica en contra de los abusos de un autoritarismo sin sentido en la arena política, puede ser calificada como un paladín de la Democracia y por ello si un parangón pudiera hacerse.

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